Gandules
Estamos
rodeados de gandules. Es la manera más amable que se me ocurre para calificar a
estos desalmados. Veamos. Los bancos no pagan
la Comunidad
de los pisos que ellos mismos han embargado. Desahucian a los vecinos por
morosos, y una vez que tienen el piso, no pagan los recibos correspondientes.
Eso sí, no están obligados, como siempre todo lo hacen dentro de la más
estricta legalidad. Ellos, junto con los políticos, se encargaron de redactar
las normas para no caer en el delito.
Urdangarín
dice que con todo lo que le está sucediendo últimamente, se ve abocado a un
injusto empobrecimiento. Lo injusto es que no esté en la cárcel. Pero aún hay
babosos que se acercan a él para pedirle un autógrafo. Patético.
También hay un
señor suelto por ahí con cara porcina, presidente de la CEOE , que dice que los
funcionarios son un lastre para la administración, “no hay grasa en todas partes”.
Sí que habría si no hubiera tanto gandul.
Los funcionarios no son el problema de España. Que mire a su alrededor y
seguro que verá a más de uno engrasado hasta los ojos, pero sin el mono puesto,
con traje y corbata. Su predecesor está en la cárcel por “mangante”.
Existe la
valija diplomática. Esta valija puede viajar sin que nadie le pueda echar un
ojo. Es inviolable. Nadie puede abrirla, ni retenerla bajo ningún concepto. Se
supone que contiene correspondencia y objetos de uso oficial. Se supone.
¿Cuántos
billetes habrán volado a paraísos fiscales en estas valijas diplomáticas? Más
de una.
Somos más de
dos los que pensamos así.
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