PALETOS
¿Por qué en
ocasiones nos avergonzamos de hablar el castellano? ¿De utilizar expresiones
nuestras? La palma se la llevan como siempre los políticos. Y no es por meterme
siempre con ellos, pero es que lo hacen tan mal, casi todo, que es imposible no
tomarlos como referencia en sentido
negativo.
Si un político
extranjero viene a España, a la hora de soltar su discurso, lo hace lógicamente
en su idioma: francés, inglés… Sin embargo, cuando la delegación española le
devuelve la visita, el político de turno, obviando nuestra lengua, habla, o
trata de hacerlo, en el idioma oficial del país en el que se encuentra;
haciendo la mayoría de las veces el ridículo.
¿Por qué no da su conferencia o discurso en castellano? Es como si se
sintiera inferior por hablar su lengua materna. El español, según el Instituto
Cervantes, es la segunda lengua del mundo por el número de hablantes nativos, y
el segundo idioma en comunicación internacional. No tenemos motivos para
avergonzarnos si hablamos nuestro idioma en cualquier parte del mundo.
El penúltimo
ejemplo lo tenemos hace una semana en Buenos Aires: Ana Botella haciendo el
ridículo con su esperpéntico “relaxing cup of café con leche”. Si quería
defender la candidatura de Madrid, mejor
hubiera sido que lo hubiera hecho en
castellano. Este inglés macarrónico se lo habrá enseñado su marido en la
intimidad.
También el
resto de los ciudadanos tenemos motivos para sonrojarnos cuando utilizamos
palabrejas en otro idioma, obviando el rico y variado vocabularios español. Así
parecemos más cultos, y lo único que somos es más paletos.
Somos más de
dos los que pensamos así.