jueves, 26 de septiembre de 2013

La chicharra



PALETOS




¿Por qué en ocasiones nos avergonzamos de hablar el castellano? ¿De utilizar expresiones nuestras? La palma se la llevan como siempre los políticos. Y no es por meterme siempre con ellos, pero es que lo hacen tan mal, casi todo, que es imposible no tomarlos como referencia  en sentido negativo.
Si un político extranjero viene a España, a la hora de soltar su discurso, lo hace lógicamente en su idioma: francés, inglés… Sin embargo, cuando la delegación española le devuelve la visita, el político de turno, obviando nuestra lengua, habla, o trata de hacerlo, en el idioma oficial del país en el que se encuentra; haciendo la mayoría de las veces el ridículo.  ¿Por qué no da su conferencia o discurso en castellano? Es como si se sintiera inferior por hablar su lengua materna. El español, según el Instituto Cervantes, es la segunda lengua del mundo por el número de hablantes nativos, y el segundo idioma en comunicación internacional. No tenemos motivos para avergonzarnos si hablamos nuestro idioma en cualquier parte del mundo.
El penúltimo ejemplo lo tenemos hace una semana en Buenos Aires: Ana Botella haciendo el ridículo con su esperpéntico “relaxing cup of café con leche”. Si quería defender la candidatura de Madrid,  mejor hubiera sido que lo hubiera hecho  en castellano. Este inglés macarrónico se lo habrá enseñado su marido en la intimidad.
También el resto de los ciudadanos tenemos motivos para sonrojarnos cuando utilizamos palabrejas en otro idioma, obviando el rico y variado vocabularios español. Así parecemos más cultos, y lo único que somos es más paletos.
Somos más de dos los que pensamos así.



lunes, 2 de septiembre de 2013

La chicharra



NADA NUEVO



Así es, nada nuevo bajo el sol. Uno se va de vacaciones, permanece fuera del alcance de las noticias, y cuando vuelve, no hay ninguna sorpresa. Todo sigue igual. La historia se repite cíclicamente.
Estados Unidos cada cierto tiempo se inventa una guerra. Hay que dar salida a las armas, tener contentos a los que de verdad mandan allí. Porque ¿quién manda, los políticos o los fabricantes de armas? Es curioso que un Premio Nobel de la paz esté programando una guerra. Aunque no tiene la culpa  quien recibe el premio, la tienen  las irreflexivas  personas que le conceden el premio de la paz al   presidente de los EE.UU.  Es como concederle la cerilla de oro a un pirómano.
Nada cambia, la transparencia brilla por su ausencia. Los ordenadores que utilizaba Barcenas se formatean sin que haya culpables. En plena crisis los políticos siguen a lo suyo: a trincar. La Diputación de Ávila se gasta nueve mil euros en un pleno extraordinario en Arévalo. El pleno dura doce minutos, y uno de los acuerdos que tomaron fue el compromiso de convocar en este año otros dos plenos extraordinarios. Cada diputado cobró cuatrocientos euros, y después a comer; por supuesto, pagó la Diputación Provincial de Ávila. Algunos sindicalistas no se quedan atrás; UGT de Andalucía cargó a la Junta 21000 euros falseando la factura.
Seguramente la crisis se hubiera acabado hace tiempo, o ni tan siquiera  habría existido si  no se hubiera derrochado tanto dinero. De lo que han robado ni hablamos.
Somos más de dos los que pensamos así.