lunes, 22 de junio de 2015

CULOS



 (Artículo publicado en varios periódicos por Jesús Fonseca) 

El blog del gacetillero.
Visto lo visto, y tal y como anda el patio, pongamos distancia terapéutica y ocupémonos de cosas serias: hablemos de las ricas curvas del deseo. De las nalgas de folclóricas y políticas, por ejemplo. De los culos deportistas y surfistas, que tanta alarma social crean. Culos es una colección de relatos que, el zamorano José María Lebrero, acaba de publicar y con el que escritores, como Arturo Pérez Reverte, aseguran haber disfrutado mucho. Un libro nacido del apetito y del antojo, ciertamente. Pero no sólo. Irónico hasta decir basta, en su empeño por elevar la curva más excelsa del cuerpo a la categoría de icono vital. Una sabrosa lectura, muy propicia para estos días de culos alquilados y de mal asiento, encuentros y desencuentros, en los que la realidad y el deseo -tan dados a confundirse-, están dejando a más de uno con el culo al aire. Recuerda Lebrero que, «cuando uno anda de culo, todos los nabos vienen de punta». Y da este aviso a navegantes y pactantes: «quien mucho se abaja, el culo enseña». Recuerda también muy oportunamente, el zamorano escribidor, que no se puede confundir el culo con las témporas. Eso que tantas veces repetía Don Manuel Fraga: «para pescar rodaballo hay que mojarse el carallo». Algo parecido le hemos escuchado decir estos días a Pedro Sánchez: «el que quiera peces, que se moje el culo». Pero volvamos al divertido texto del siempre irreverente Lebrero: Uno de los capítulos más desternillantes de estas páginas jugosas, bien escritas, es el dedicado a las nalgas cohibidas ─pobriñas─, por falta de suministro. Lo que se dice un culo en crisis. Que es donde estamos. Lebrero nos sorprende, de nuevo, con su agudeza y arte de ingenio. La trama de estos relatos es, en fondo, la misma de sus anteriores obras. De Ella no lo sabía o Elvis y el mendigo. Pura literatura, cocinada con los ingredientes de la vida misma y la canela fina de la rebeldía. Un libro, en fin, irreverente y poco incorrecto. Pero escrito al aire libre, sin ataduras. Que no finge. Que no se deja palpar fácilmente.