Él no está triste
“Yo no estoy
triste”, éstas son las palabras que le oí decir el otro día a un político de
cuyo nombre no quiero acordarme, emulando a la frase que dijo Ronaldo: “Estoy triste”. Mi perro
pachón tampoco está triste, por cierto, tira un aire al susodicho político.
Naturalmente
que él, el perro no, el político, no
tiene motivos para estar triste. Desde el trono se ven las cosas de otra
manera. Además la culpa de la situación actual la tenemos los ciudadanos de a
pie. Al menos nosotros somos los paganinis. ¿Por qué iba él a estar triste? ¡Ah!,
y lo que peor le ha parecido a La chicharra, es que todos los correveidiles que
estaban a su alrededor le rieron la
gracia, a pesar de que tiene menos gracia que un chiste a medias.
Pero se ríen porque ellos tampoco están tristes,
naturalmente tienen los bolsillos bien saneados. La mayoría de estos
correveidiles son politiquillos,
asesores (digo amigotes) de confianza y otros cargos nombrados a dedo. ¿Cómo
no se van a reír de las palabras de su amo aunque éste sea un pan sin sal? ¿Qué
prueba han tenido que superar éstos para
ejercer ese cargo?
Los políticos
en general no tienen motivos para estar tristes, ya lo sabemos, pero que te lo
refrieguen en la cara, es lamentable.
Pero como vivimos en una sociedad abotargada, nadie se molesta por nada. Igual
que mi perro, dame pan y llámame tonto. A mí todo esto me hace la misma gracia
que un tropezón descalzo.
Somos más de
dos los que pensamos así.